Bien...
pues como si de una entrega veraniega se tratara, pasaremos a desmenuzar
la segunda parte de estas confidencias, no sin antes advertir al respetable
que quizá osé de presunción y mi prometida trilogía tenga algún que
otro bis de más... en fin! todo sea por el rigor y por la ciencia, y
dicho sea de paso, con el ánimo de "refrescar" al siempre bien amado
público.
Ayer, cuando
la noche llamaba a la ventana (no así el fresco, ni la brisa nocturna
que suele acompañar a la frase anterior en otras versiones literarias)
tomé con esmero la platina del FELSA 753 (F 753 en menciones sucesivas)
y tras depositarla en el soporte de movimientos ajustable respectivo
(si alguien conoce cómo se nombra en castellano al "holder", conseguirá
ampliar el vocabulario de éste prócer) procedí a iniciar su limpieza.
Cabe decir
que los palitos de madera que importé de los EUA son, aunque arcaicos
y algo pasados de moda, un buen útil para ayudar en tan ardua tarea,
pues amén de poder afilarlos al gusto, el material no daña en modo alguno
las sensibles partes del F 753, y limpian de maravilla los orificios
de los rubíes, así como sirven de apoyo para pasar la "goma" de Rodico
(pues bien podría pasar por una de esas gomas MILAN que tanto usábamos
de pequeños para enmendar nuestros desaguisados de caligrafía u otras
materias de la época). Y por último soplando con la pera intentando
eliminar cualquier resto de material que no fuera el propio original
la platina relucía limpia e impoluta bajo la blanca luz de las estrellas
(a que no se lo creen... pues yo tampoco, pues la única estrella que
lucía era la luz halógena de sobremesa que desprendía un calor de mil
demonios y casi me quema las cejas... pero la frase es bonita... no?)
Seguidamente
aconsejan los entendidos en la materia y demás manuales y códices entrados
en materia, colocar la rueda central y el barrilete, para posteriormente
ocultarlos tras el puente del barrilete con sus tres tornillos respectivos
(al menos en los dos modelos desmontados hasta ahora, por cierto los
tornillos pueden perderse en el limbo de los justos para nunca más saberse
de ellos, salvo cuando ya no los necesitas y has encontrado repuestos).
Como siempre
y de manera general, para información del respetable, las partes del
todo, es decir cada una de las piezas del reloj deben entrar de manera
fácil y sin forzar, dicho sea de paso sin alevosía ni nocturnidad, caso
contrario los estropicios de útiles (pinzas y destornilladores) y de
nuestro preciado paciente pueden ser de órdago (valga la expresión,
si me permiten, de la jerga corriente en ese juego de naipes de a cuatro,
que en ocasiones parece que tengamos tics espasmódicos al jugarlo si
nuestra pareja es algo torpe de reflejos).
Tras admirar
la obra y seguir soplando y soplando (ya sea por el calor nocturno o
por seguir eliminando los sólidos en suspensión del movimiento) pasamos
a la fase de montar el tren de engranajes, rueda de escape incluida.
Cabe decir,
en mi defensa, y por si hubiera alguien que siguiendo mis pasos y explicaciones
atreviésese a seguir el ejemplo, que de lo aquí descrito a la realidad,
puede haber algún que otro paso intermedio, motivado por la inclusión
de algún que otro puente, de los que llaman intermedio, al objeto de
mantener en su justa posición a cuantos efectos móviles se dispongan
y tenga a bien constituir el todo del movimiento.
Dicho lo
cual y para no hacer esperar más al respetable, indicar que tras tener
el tren en su sitio debe colocarse el puente sobre ellos y hacer coincidir
los orificios de éste último con los extremos de los ejes de las ruedas
que componen el mencionado tren.
Esta tarea
sólo tiene dos opciones: que salga a la primera, con lo cual nos facilitará
la refrigeración del cuerpo y disminuirá el sudor que corre por nuestra
frente, o bien que no salga y tengamos una brusca interrupción (o interruptus
dissabling) de nuestro menester. En caso que suceda esto último mejor
una limonada y a dormir, que mañana será otro día (y hasta quizá tengamos
suerte y los enanitos que velan nuestro sueños resuelvan por nosotros
el asunto y al despuntar el nuevo día, nos encontremos sin saberlo,
el puente en su sitio y todos los ejes saliendo flamantes de entre el
rosado de color de los rubíes... si alguien consigue esto último ruego
me lo comunique a la mayor brevedad, pues quizá le pase algún que otro
asuntillo que tengo entre manos a ver si cuela).
Por fortuna
para todos (pues en caso contrario todavía nos alargaríamos más, lo
cual puede ser fatal para la salud de los presentes) encajó a la primera.
La siguiente operación, que no revierte mayor complicación ni comentario,
es colocar el áncora y su puente de sujeción.
No obstante
antes de colocar el áncora vale la pena extasiarse de contemplar cómo
con un leve e imperceptible movimiento que demos al barrilete, la rueda
de escape produce un suave y sordo zumbido, indicándonos que está girando
a una velocidad vertiginosa, que ya querrían poder alcanzar más de uno.
Si eso ocurre, es señal, inequívoca y taxativa que nuestro proceder
hasta ese instante es del todo correcto y acorde a las normas del buen
hacer. En caso contrario, no se desanimen y vuelvan a intentarlo desmontándolo
y montándolo cuantas veces sean necesarias para conseguir tal efecto.
NOTA (una
vez se monta el áncora no puede hacerse la prueba del zumbido de la
rueda de escape, por razones obvias, las cuales no pretendo extenderme,
pero si fueran necesarias que miren algún mensaje en el foro que encontraran
respuesta y mejor explicación que la que un servidor pudiera darles)
Una entrados
en esta fase nos deslizaremos de manera vertiginosa hacia el final de
nuestra meta de volver a poner en su sitio cuantas piezas hemos quitado
de su idem. Lo que viene a continuación es poner el trinquete y su muellecito
(éste último muy dado a tocatas y fugas, tanto nocturnas como diurnas,
sin previo aviso y de manera altamente desprovistas de todo signo de
cordialidad y educación ya que al irse nunca avisa de dónde va ni dónde
puede localizarse; es por ello recomendable usar cuantos métodos coercitivos
se tengan para impedir tan nefasto proceder).
Y para
rematar procedamos a montar la rueda del balance junto a ese pequeño
hilito enroscado cuan lengua de mariposa y el conjunto del regulador
así como el amortiguador de golpes y tratos bruscos. Seguramente el
conjunto puede desmontarse en unidades más pequeñas, pero el aquí presente
por prudencia, lo desmontó de una sola pieza, lo cual ayuda en su recomposición
(insisto en que quizá y según que modelos no pueda realizarse y deba
procederse a particiones más diminutas e indivisibles del conjunto)
Colocar
este conjunto de elementos supone un operación delicada que debe realizarse
de manera suave, sin brusquedades e intentando no liarse con el dicho
hilito enroscado.
Y bien...
para beneficio del respetable estamos llegando al final de la entrega
ya que en este punto podemos dar cuerda a nuestro ensamblaje (ayudados
por un destornillador y sobre el tornillo que sujeta la rueda de trinquete
al barrilete) y comprobar si la rueda del balance empieza a oscilar
o alternar de manera acompasada y sucesiva.
Si es así,
ya podemos dar vítores de alegría, pues algo es algo, habremos conseguido
ganar un batalla aunque no la guerra, y mal que me pese explicaré por
qué.
Una vez
llegué a este punto y vi que la rueda giraba, con orgullo admiré mi
obra, pero la dicha fue breve pues al darle la vuelta, es decir al mirar
el movimiento por su anverso el preciado mecanismo dejó de moverse!
Volví a la posición inicial, es decir, mirando el movimiento por su
reverso y la ruedecita reanuda su cantarín vaivén.
Cabe decir
que el girar no cesa colocando el movimiento de manera vertical (ya
lleva dos días funcionando de manera regular), tan sólo dice que trabaje
el vecino cuando se sitúa de manera invertida a su montaje.
Llegado
a esta situación serán bienvenidas aquellas pistas que puedan reconducir
a esta oveja descarriada al buen camino.
Y sin más
se despide de ustedes su atento servidor y su más fiel admirador (admirador
por el tesón que sus señorías ponen en llegar hasta el final del asunto,
claro está)
evalls
( www.inforeloj.com
)
Artículo
publicado en Fororeloj